domingo, 26 de octubre de 2008

La flecha homicida

Un cuarto de dos por cuatro, poco espacio para moverse, poco lugar para pensar. Eran esas las cosas que más le preocupaban cuando las puertas de su celda se abrieron y por primera vez pudo salir de ese cuarto adonde lo habían encerrado por 20 años.

Salió al patio, no conocía a nadie y de hecho tenía miedo de hacerlo. No había tenido una vida para terminar en ese lugar pero las circunstancias lo pusieron allí, o mejor dicho la mala suerte. Mientras contemplaba el patio de tierra y como un picadito de fútbol se había instalado entre los miembros del pabellón de máxima seguridad, una voz lo sacó de sus pensamientos.

- Vos sos nuevo ¿Porqué te trajeron cabeza, qué hiciste?

Miró a su interlocutor y cayó en la realidad, las preguntas ya no empezaban sobre a qué se dedicaba uno, sino qué era lo que había hecho que cayera cada persona en prisión, pero no pudo responder y antes de decir algo se escuchó otra vez que dijo,

-Mató un ángel.

Nadie entendió nada y el hombre, el mismo que aún no cumplía 30 años comprendió que era el momento de hablar y contar su historia, su momento de locura que hizo que lo encerraran.

"20 años" comenzó diciendo mientras recordaba el momento en que le leían la sentencia en una sala atiborrada de periodistas que habían escrito todo lo que se les dió la gana sobre el caso y que hasta cierto punto comprendían al acusado por lo que había hecho.

La Fiscal, una mujer de 40 años soltera, famosa por ser de las más duras del sistema se había mostrado extrañamente más blanda... ella también entendía al acusado y hasta cierto punto pensaba que en poco tiempo ella hubiera cometido el mismo crimen.

Lamentablemente para el acusado, un grupo de empresarios inventores de fechas habían puesto en movimiento toda su maquinaria, era necesario una dura condena para dar una lección.

Desde el momento en que ideó el plan y lo llevó a cabo habían pasado varios años, siempre lo había pospuesto por si pasaba algo que le hiciera ver que estaba equivocado pero eso no había ocurrido.

Cuando lo ideó, lo hizo sin querer, acababa de romper con una chica con la que había estado saliendo y en la cual había puesto muchas espranzas y entre llanto, dolor y bronca había pensado en encontrar al culpable de todo y matarlo pero con el tiempo el pensamiento se esfumó y volvía a aparecer ante cada desilusión pero se decía a sí mismo que era culpa de él todo lo que pasaba.

Sin embargo, aquella tarde fatídica algo hizo click en su cabeza. Muchas gente a su alrededor, pleno centro, algunos de la mano, otros se besaban mientras que el resto eran familias disfrutando un buen día de sol. Sonrió para sus adentros y pensó en sus días felices y de repente la recordó, la había conocido sin pensarlo y algo en su risa le había encantado no obstante pasó mucho tiempo hasta que se animó a invitarla a salir y cuando lo hizo se dio cuenta que nunca se había sentido tan cómodo con alguien pero la alegría duró poco, ella ya salía con alguien. Cuando sus recuerdos terminaron, lo vio corriendo doblando una esquina.

Era el momento justo, la impotencia de los recuerdos y él allí presente, no podía ser casualidad, sus destinos se habían cruzado.

Lo persiguió durante varias cuadras, la gente lo miraba y no reaccionaba a la persecución, incluso un policía le preguntó que le pasaba y sin frenar lo mandó al carajo dejando al uniformado mudo por la respuesta.

Cuando llegaron a un callejón se encontraron, la víctima lo miraba desesperado pero al mismo tiempo sonriendo, ya sabía lo que le iba a pasar y de hecho no era la primera vez que era perseguido con esa intención.

Se acercaron uno a otro pero la víctima no reaccionó o no quiso hacerlo cuando él se le abalanzó y lo agarró del cuello, tirándolo al piso.

Forcejearon y en el medio de la trifulca él alcanzó a divisar a su costado un palo con una punta de acero y sin pensarlo la agarró y la clavó en el corazón de su víctima.Añadir imagen

A los pocos minutos llegó la policía con cientos de curiosos, él estaba mirando el cuerpo de su contrincante que yacía muerto en el callejón, después no recordaba nada más de lo ocurrido.

Se quedó callado mientars los presos digerían la historia hasta que uno de ellos preguntó si se arrepentía de lo que había hecho, y el sónrió y sólo dijo:

-No, desde ese momento estoy feliz por primera vez en mucho tiempo.

Y comenzó a caminar, sin dejar de sonreír, mientras volvía a escuchar al juez que decía:

-Se lo halla culpable y se lo condena a 20 años de prisión por asesinar a Cupido con una de sus flechas.



jueves, 9 de octubre de 2008

La última lágrima

Vuelvo, después de un mes de no escribir nada. Ayer una amiga me dijo de su rompimiento con el chico que salía y como al final de todo era lo más parecido a una película. Ahí recordé algo que me pasó con una chica de la cual me enamoré una vez... para que entiendan que muchas de las cosas que fallan empiezan mal desde el primer momento empezaré por el principio... desde ya desconozco si el resultado de lo que cuente tendrá tintes graciosos o no.

Sucedió cuando apenas comencé la facultad, yo como buen alumno ejemplar estaba en un grupo que sólo estaba en el curso a primera hora de la mañana para ar el presente a y última hora de la clase para repetir la asistencia... el resto del tiempo consistía en jugar a las cartas en algún bufette o en molestar a un flaco fana de cerati haciéndonos pasar por fanáticos exagerados de los redondods (nota: me gusta soda stereo).

La cuestión es que me había hecho amigo d euna chica que pertenecía a un grupito de cinco o seis mujeres de las que siempre tenían los trabajos hechos. Ella viajaba en el mismo colectivo que yo, que por cierto era un parto porque en ese momento (2001) los mp3 no era algo común por lo que yo en mi caso tenia un discman y un grabador y era un embole llevar cuatro o cinco cd´s o casettes por lo que lo mejor era ir con alguien que ayudara a perder el tiempo.

La cuestión es que un día, uno de los flacos que se juntaban conmigo me habla de una mina que le gusta y me promete mostrármela... ahí todo se derrumbó, de repente entra una chica... flaquita, pelo castaño, debo decir que me encantó y atrás mio escucho solamente "ella es" y por dentro lo insulté, insulté mi puta mala suerte y me quedé mudo.

El tema fue que la chica resultó ser parte del grupo de la otra mina del micro por lo que nobleza obligaba me tuve que llevar al muchacho a que lla conociera a mi amiga y por ende a la chica que le gustaba.

La cuestión es que no pasó a mayores, luego él no entró a la facultad, yo sí y una vez adentro me hice amigos de todo ese grupo de estudiosas y lentamente me alejé de mi grupo bando...

Ahí conoci bien a esa flaquita de pelo castaño... se llamaba Mariela, me gustaba pero siempre o en ese momento pensába que pensar en tener algo ella era volar demasiado alto, yo no estaba a su nivel y eso no me hacía sentir mal, me tranquilizaba porque sabía que no podía sufrir por ella... lamentablemente mi ingenuidad me golpeó en la cara y me di cuenta un día que estaba enamorado luego de que rendimos la primera materia y yo me enteré que había aprobado por un abrazo que ella me dio y que me hizo dar cuenta de que estaba perdido...

Ahí la historia fue otra, yo sabía que tenía el NO de antemano pero no quería perder su amistad, el riesgo era demasiado, la cuestión es que ella un día lo descubrió, yo se lo dije, lo hablamos y fui rebotado... dentro de todo era un alivio... yo podía olvidarme de ella.

Unos meses después ella me invita a un cumpleaños, fuimos al cine, me cuenta que tenía celos de una amiga mía pero sin embargo no quería nada por lo que decidí intentar alejarme de ella ya que no podía sacármela de la cabeza.

Esa postura le molestó y todo era como una novela en donde los protagonistas no hacían nada por que los villanos no les dejaban pero en este caso los malos y los buenos siempre eramos ella y yo.

Para hacerla corta, un día llega ella y me cuenta que me tiene que decir algo... estaba saliendo con un chico y estaba preocupada por cómo lo tomaría yo y como afectaría nuestra relación... le dije que me iba a distanciar un poco, que seguiríamos siendo amigos pero que necesitaba tomar distancia, la cuestión es que ella lloraba, haciéndome alargar una charla de cinco minutos a dos horas en medio de la peatonal y yo la abrazaba mientras me preguntaba que porque lloraba ella si era yo el que terminaba destrozado...

Unos meses después nos encontramos en la calle y nos pusimos a hablar... todo había cambiado, estábamos más cariñosos y un día después nos juntamso los dos y en medio de una plaza independencia atiborrada de gente en un miércoles al mediodía hubo el mejor beso que tuve y he tenido en mi vida.

Comenzamos a salir, al principio estaba todo bien, éramos novios... pero la alegría es sólo pasajera... las salidas al shopping como si fueran una maldición terminaban siempre en alguna discusión... el final se acercaba, yo lo veía venir pero como si fuera un salmón luchaba contra la corriente... Luego de una discusión muy fea, nos distanciamos unas horas pero al llamarla por teléfono me dice que la iban a operar al otro día, tenía un quiste cerca del ríñón... olvidé la pelea, pasé tres días mirándola en el hospital Español... mientras su mejor amiga me sonreía como aprobando lo que yo estaba haciendo....

Unos días después llegó el final... ya recuperada afirmó estar confundida y pidió tiempo... mal, triste, bajé la cabeza... Una semana después fue su cumpleaños, había caído domingo pero ella había organizado una juntada el sábado a la que decidí no ir...

La llamé el domingo a las 00.01 y ante el ¿cómo estás? Su respuesta fue lapidaria... "bien, acá con los chicos, pero una persona acá, faltás vos"... ¿qué puedo decir? sabía manejarme y yo siempre fui un pelotudo...

Al otro día, bah el domingo de su cumpleaños la visité... le di un regalo que le había comprado con unos artesanos... y al final de la charla le pedí que me mirara a los ojos y me dijera si todo había terminado, si ella quería cortar... Mirando hacia abajo, sin levantar la vista en ningún momento me respondió que sí, que estaba segura.... Nunca volví a insistir sobre el porqué no me había mirado al momento de decirlo... ya había sufrido demasiado y no quería seguir así... en las 20 cuadras que caminé ese día pase por la etapa de alivio, de bronca y de querer llorar.... finalmente una tormenta de verano me atrapó y me mojó entero...

Luego al tomarme el colectivo, con la cabeza pegada a la ventanilla, soñando despierto, el chofer no tuvo mejor idea que poner la radio fuerte cuando justo Adrián Otero de Memphis cantaba "De un sueño profundo despertaste hoy, la última lágrima por tu cara rodó, lo que no fue ya nunca será, cierra tus heridas, deja de llorar"... estaba dicho, mi final de película tenía banda sonora, yo era un actor con papel protagónico y la película lamentablemente no tenía un final feliz...